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Castillos
de la Hoya de Huesca


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     Al paso de los siglos, nos han quedado sobre nuestra geografía las piedras que se agruparon y son el testimonio de cada período. Guerras, dinastías, invasiones, reconquistas, todas las etapas de la historia permanecen reflejadas en sus muros y torres que eternizan su recuerdo.
     Los castillos se conservan pues, entre jirones de historia de Aragón y el aroma indeleble de fantásticas leyendas cuya poesía mil veces repetida nos llega procedente del pasado. Las hiedras centenarias tapizan sus muros en los cuales se unen en bello maridaje con las piedras y los elementos arquitectónicos; al igual que la planta, bojes, carrascas y musgos, abrazan y se aferran a las piedras como símbolo de fidelidad.
      Elevados casi todos ellos sobre colinas, crestas y roquedales, semejan atentos vigías encargados de custodiar toda la comarca y surgen de entre la frondosa vegetación, empinando sus torreones y lienzos, como movidos por la loca ambición de escalar el cielo. Residencias reales algunos; otros, antiguos conventos que aún conservan intactos los bellísimos claustros o colegiatas que escucharon quedas oraciones; los más, diríase temidas fortalezas, de las cuales emigró el genio de la guerra, que no se divisa gente de armas, y las flores silvestres han crecido entre almenas y fosos.

 Castillo de Loarre

      En estos castillos de la Hoya de Huesca que a todos nos cautivan, vagan por sus derruidos salones y torres desiertas -en cuyas paredes palidecieron reposteros y pendones- mil fantasmas de un pasado que la fantasía popular encadenó: reyes, damas, caballeros, obispos, escuderos, pretendientes al trono, barones e infanzones enfrentados a su rey, señores feudales, inquisidores azote de moriscos y sarracenos.
      Leyendas de fiestas que en ellos se daban y célebres cacerías, en las cuales las damas, confundidas con los caballeros, convertidas en intrépidas amazonas, cabalgaban llevando en la muñeca derecha el halcón. Sones de trompas que desgarraban triunfantes el apacible silencio, y el relincho de los corceles resonaba vibrante como un toque guerrero de clarín. Eran los tiempos de luchas con la morisma, como también de rivalidades entre la corona y la tiara.
      Luego..., quedó desierto el castillo, y los campesinos de aquellos contornos aseguran que una sombra oscura deambula por los alrededores, que las noches de luna llena se asoma a la quebrada ventana de su torreón, o bien recorre las piedras de sus ruinas y forma parte de su historia y su l eyenda.
      El inolvidable doctor Cardús, que estudió y publicó en su sección “Turismos Altoaragoneses” todas las fortalezas o sus ruinas, escribía cómo una noche al año, una mística voz se alza entre sus piedras, modula sus vibraciones, halla su eco que suena en otro castillo, más allá, donde también vela eternamente otro espíritu fugitivo al que responde otro, y otro, y otro, formando esa cadena de vigías impertérritos de la Hoya de Huesca que convierten así, de este modo, el Altoaragón en algo eterno.

 Castillo de Montearagón, desde "Estrecho Quinto"




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     Relación alfabética de Castillos:


     Agüero.- En la donación efectuada por Sancho Garcés III el Mayor, en 1033, figura como Señor Jimeno Jiménez. Estuvo pegado a la base de sus célebres “mallos”.
     Albero Alto.- Antiguamente en el lugar que ocupa la torre de la iglesia hubo un fuerte o torreón, circunscrito por una muralla, cuyos vestigios se conservan. En el año 1219 D. Rodrigo de Lizana se apoderó de esta población e hizo prisionero a su señor, D. Lope de Albero, siendo sitiada por el rey, quien la rindió a los dos dias. Su muralla exterior sirvió de fachada a nuevas viviendas.
     Alcalá del Obispo.- Pedro I, tras su reconquista, lo donó a la Catedral de Huesca.
     Alerre.- Este castillo se transformó en palacio y su torre del homenaje subsiste como torre campanario. Fue señorio de los Sellán y posteriormente de los Oña.
     Almudévar.- Dominando el cerro llamado de La Corona, sus ruinas aún conservan la puerta de entrada, un torreón, lienzos y la iglesia dedicada a la Virgen de la Corona.
     Antillón.- Ocupó un capitulo importante de la historia de Aragón relativo a los sucesos entre D. Pedro de Aragón y su hermano de sangre, Fernán Sánchez de Castro. En la tachada de la torre de la iglesia, sepulcro exterior volado del Conde de Antillón, muerto en Muret y al cual se le negó sepultura en el templo.
     Anzano.- En el término de Esquedas, constituye una explotación agricola, perviviendo partes de la antigua fortaleza. Fue dado el 10 de Agosto de 1232 por el rey D. Jaime Ia su escudero Pelegrin de Atrosillo.
     Apiés.- Tras la Guerra Civil era demolida la torre del homenaje que habia servido como cárcel. Este castillo jugó un papel importante en los sucesos acaecidos durante el levantamiento de D. Antón de Luna.
     Argavieso.- Situado en la vis romana de Pertusa a Osca, fue reconquistado en los últimos años del siglo XI por Pedro Ide Aragón. Su muralla exterior es quizá de procedencia romana. Fue convertido en palacio y posteriormente en viviendas, siendo objeto de múltiples reformas.
     Ayera.- Sobre un tozal cercano a la iglesia afloran en superficie hileras de grandes sillares labrados pertenecientes a la fortaleza. Cincuenta pasos al norte, otro tozal con sepulturas excavadas en la superficie lisa que corona el monticulo. Un documento fechado en 1118 hace relación de la entrega o venta que efectúa Iñigo Sanz a la iglesia de San Pedro el Viejo de Huesca.
     Ayerbe.- Dominando un alto cerro sobre la población, se alzan las ruinas de este castillo fortaleza que tuvo gran importancia en la época árabe y fue conquistado por Sancho Ramírez a fines del siglo XI.
     Bandaliés.- En este lugar existió castillo si bien no se conservan restos. En 1298, eran señores de este castillo D. Guillén de Pueyo y Dnª Elvira Ramirez, siendo en ese año cuando Dnª Elvira dió poderes a su marido para vender el castillo.
     Becha.- Castillo en el término de Esquedas con restos de muraciones que defendió en época romana la vis que desde Zaragoza, Zuera, Gurrea, Osca, pasaba por Cillas, Becha, Anzano, Loarre, Marcuello y La Peña.

     Belillas.- Sobre una plataforma de piedra arenisca, que fue limada por lluvias y viento, se asentó el castillo del cual queda una cía y la base de una torre cuadrada.
     Bellestar del Flumen.- Aunque no quedan restos algunos, cuentan las crónicas que tras la batalla de Alcoraz se conquistan, entre otros muchos, el castillo de Bellestar del Flumen. En el s. XV perteneció al convento del Carmen de Huesca, cuyo prior tomaba posesión del señorío con arreglo a las fórmulas de la época.
     Bespén.- Situado sobre un montecillo que domina la población, con un paso de ronda dando la vuelta a la roca, plataforma de arenisca erosionada de la cual se desprendieron algunas partes, y con ellas las murallas, no quedando ya más que la iglesia al pie con un trozo de muralla antiquisimo y que formá parte indudablemente de algunas defensas.
     Blecua.- Desaparecido el cuerpo de la fortaleza, solamente queda la torre del homenaje, convertida en ermita, quedando bajo ésta las bodegas del castillo donde han dormido durante siglos los ricos vinos de esta población.
     Bolea.- Solamente queda el recuerdo de esta fortaleza de la que fue señor el revoltoso D. Antón de Luna, decidido partidario de D. Jaime, Conde de Urgel, pretendiente a la corona aragonesa tras la muerte del rey D. Martin el Humano.
     Castillomagno.- Situado en el término de San Felices de Agüero, no queda de esta fortaleza más que la iglesia, convertida en ermita y mil veces remendada.
     Castilsabás.- Del castillo solamente queda el solar que domina el pueblo, del que se sabe fue permutado junto con el de Santa Eulalia la Mayor por el rey Jaime I a cambio de los lugares de Marcén y Las Pedrosas.
     Corvinos.- Cerca de Bellestar del Flumen, se alza esta fortaleza, hoy casa de labor, de la cual se conservan salas, bodegas, capilla, etc.
     Foces.- Del antiguo lugar de Foces queda la iglesia, fundada por Ximeno de Foces en el año 1259, quien la entregó a la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, dotándola con el castillo y villa.
     Junzano.- Del castillo no queda nada, al ser utilizados sus restos en las edificaciones del pueblo. Sabemos que fue conquistado a fines del a. XI y perteneció la fortaleza a la Orden de San Juan de Jerusalén.
     Labata.- Del vetusto edificio que restaba del castillo se ha construido un moderno club social, si bien en su interior conserva restos de paredones. Fue donado por Sancho Ramírez al monasterio de San Ponce de Tomeras.
     Loarre.- Castillo-palacio-abadia, al decir de los eruditos la fortaleza románica más importante de España, cuyo origen se sitúa en el primer cuarto del s. XI, al igual que su cripta; protegido con una hermosa muralla perimetral del s. XIII.
     Marcuello.- Situado junto a la vía romana de Caesaraugusta y Osca, a Forum Gallorum, todavia se conserva su iglesia pegada a lo que resta del castillo, siendo en un lugar apartado donde se sitúan los restos del templo que fue parroquial del pueblo que aqui existió. Fue fortaleza árabe reconquistada por Sancho Ramirez, quien lo reedificó a la vez que Loarre.
     Men.- Castillo situado sobre Peña Man, cuyas primeras noticias se deben a Admed-ar-Razi, quien en la ”Descripción de España” habla de los ”excelentes castillos de Sen y de Men, levantados sobre dos alturas (Salto de Roldán) que dominan la cadena de Aragón, entre los cuales pasa el río”.





     Montearagón.- Castillo-abadía construido por el rey Sancho Ramirez en el año 1085 con objeto de atender desde allí el asedio de Huesca. La torre campanario de su iglesia, antes del homenaje, parece de comienzos del s. XII; y de la iglesia primitiva del s. XI solamente queda la cripta y parte de los muros. Se está restaurando.
     Nisano.- Característico castillo de la llanura oscense con trazado rectangular, fortificado por muros que albergan en su interior un patio que da acceso a las viviendas y al templo románico del s. XII.
     Novales.- Reconquistado en el s.XII, se levantó junto a su foso la iglesia románica de la cual queda buena parte de su fábrica. Convertido en palacio en el s. XV sufriría posteriormente bastante abandono. Se ha iniciado su restauración..
     Ordás.- Situado sobre una roca abruptisima, se puede considerar a este castillo roquero como uno de los más inexpugnables. Dominaba la vía a Francia, por ello existió antiguamente un pueblo junto a su fortaleza, quedando la iglesia convertida en ermita, que guarda la imagen románica de la Virgen de Ordás.
     Piracés.- Fue conquistado este castillo por Alfonso I el Batallador. No quedan restos, pero estuvo situado sobre una formación rocosa, siendo fortificado en época musulmana.
     Puibolea.- El castillo, del cual sólo quedan indicios, ocupó una gran superficie del montículo que domina la población y cuya falda, horadada desde tiempos antiguos, cobija las bodegas que lo perforan en sentido radial.
     

     Sabayés.- Tuvo esta población un fortísimo castillo del cual se conservan todavía la torre almenada, convertida en campanario, y en sus calles quedan saeteras y túneles que nos hablan de un conjunto fortificado con gran importancia. En el s. XI, fue reconquistado finalmente por los cristianos, siendo su primer señor Guillén Sánchez.
     Santa Eulalia la Mayor.- De este castillo nos dice la ”Crónica Pinatense” que fue reconquistada Santa Olalla por Sancho Ramírez en el año 1092, siendo entregado en señorío a Forti Ortiz. Posteriormente seria donado por Jaime I a Montearagón. Los restos de su torre del homenaje se alzan majestuosos y vigilantes sobre el abadiado de Montearagón por un lado, y la Sierra de Guara, por otro.
     Sen.- Compañero vigilante del castillo de Man, son desde luego los castillos más roqueros de España, ya que el modo de acceder a éste se efectúa por medio de clavijas situadas en pared vertical. Quedan bastantes restos, si bien muros y defensas se desplomaron en el abismo al ceder las cornisas pétreas donde se asentaban, por causas de la erosión.
     Siétamo.- Castillo que estuvo habitado hasta 1936, si bien no quedan más que los restos del arranque de sus muros y parte en el exterior de su muralla con una torre. En sus habitaciones nació D. Pedro Pablo Abarca de Boles, Conde de Aranda, famoso ministro de Carlos III.
     Tabernas de Isuela.- Fue donado el castillo y villa de Tabernas por Pedro I a la Catedral de Huesca, si bien no quedan restos de su construcción.



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