Afirma Emma Liaño Martínez que San Miguel de Foces es uno
de los momentos más singulares del gótico aragonés, hasta el punto
de que, junto con la Catedral de Huesca, son monumentos clave para
conocer la plenitud del gótico oscense. Estas afirmaciones, compartidas
por los especialistas, serán incomprensibles para quienes todavía
no han visitado tan singular monumento, o para quienes, habiéndolo
visitado, desconocían que pudiera encerrar un valor tan considerable.
Además San Miguel de Foces, reducido a las dimensiones que ahora
ofrece, encierra también un largo período de la historia de Aragón,
y más particularmente del Altoaragón, ya que en ese solar vivió
una de las familias más importantes de Aragón, los Foces.
Tal como deseó el D. Gregorio García Ciprés,
San Miguel de Foces fue declarado Monumento Nacional poco después
de publicar su artículo, el 23 de marzo de 1916. Foces era en la
antigüedad un castillo roquero que, aprovechando para base una escarpada
peña que aún se conserva en las inmediaciones de Ibieca (Huesca),
resultaba una de las fortificaciones más importantes que había en
la época romana, por su posición estratégica para defender el antiguo
camino de Huesca a Alquézar. Dice la tradición que en la invasión
de los moros cayó este castillo en posesión de los árabes, quienes
protegieron su defensa con muchas avanzadas, aprovechando para ello
los cerros próximos que le circundan por parte de Mediodía y Oeste.
No se conserva vestigio alguno de sus primitivas murallas para tener
alguna firmeza esta tradición. Es lo cierto que en tiempo de la
Reconquista este castillo fue tomado a los moros, dándole en honor
a uno de los caballeros que tomó el nombre de Foces, y por armas
tres hoces de podar, azules en campo de oro; formando alrededor
de este castillo varias casas para vivienda de sus defensores en
tiempo de la paz, lo cual dió origen al pueblo de Foces, del que
aún se conservan algunos restos de cimientos en las inmediaciones
de la peña donde estuvo el castillo.
El caballero agraciado con el castillo y posesiones
de Foces ¿era por ventura el mismo que recibió en señorío el pueblo
de Panzano?... Es una duda que nos asaltó al encontrar en Panzano
el primer escudo que usaron los señores de dicho pueblo, el cual
ponemos aquí para que se pueda apreciar mejor lo que decimos. Consiste
en ocho castillos y las tres hoces, como sobrepuertas. Esto nos
ha inclinado a creer que las familias de los Azlor y de los Foces
deben de proceder de un mismo tronco; fundados, también, en un importantísimo
documento por el que sabemos que es la donación que el rey Sancho
Ramírez hizo a García Fortuñones del señorío de Panzano, o sea de
las posesiones que eran del moro Alkafiex y de cuantas tierras
roturara. Opinamos, por tanto, que aquel caballero es el tronco
de estas dos familias, y que al tomar a Foces, no muy distante de
Panzano, al Mediodía, y en lo que llamaríamos "tierra llana" debió,
sin él, algún hijo suyo, tomar este apellido Foces, como después
(o antes) tomar el de Aztor al ser ganado este pueblo; pues pocos
años después ya nos habla la historia de:
1.Ortiz de Foces,
que se encontró entre los nobles que prestaron juramento de fidelidad
en Sariñena al testamento que hizo en dicha villa el monarca aragonés
Alfonso el Batallador.
2. Ramón de Foces.
El cronista de Huesca D. Francisco Diego de Aynsa, en su Historia
de Huesca (cap. XXI, pág. 78) cita, entre los caballeros, que
el rey Ramiro mandó decapitar para la trágica Campana de Huesca
a D. Ramón de Foces, que era uno de los caballeros más principales
de los ricos hombres de Aragón, cuyo hecho acaeció probablemente
el año 1136 de nuestra Era. El acéfalo cadáver de D. Ramón
de Foces fue colocado en un sepulcro de piedra, como los de los
otros caballeros decapitados, y estos sepulcros en una capilla en
el templo de los caballeros de San Juan de Jerusalén de Huesca,
que estaba contiguo al palacio real.
3. D. Artal de Foces,
del que sabemos acompañó a su rey D. Pedro II a la céle bre batalla
de Las Navas de Tolosa (1212), tomando parte en aquella gloriosa
jornada, y fue uno de los caballeros que llevó al Pontífice Inocencio
III los presentes que le enviaron nuestros reyes, consistentes en
la lanza v el pendón del mismo emperador, que se colocaron en eminente
lugar en la iglesia de San Pedro de Roma, y el Pontífice le dió
a D. Artal vañas reliquias, entre ellas un trozo del Lignum Crucis,
que se conservaron en la capilla del castillo de Foces, los cuales
dio con el tiempo su hijo Eximino al convento que veremos mandó
construir en Foces, y más tarde se colocaron en la consagración
del altar y ermita de Santa María del Monte en Liesa, y hoy se vene
ran en este pueblo con otras que se agregaron después y se las conoce
con el título de Las Reliquias.
No sabemos con quién estuvo casado, debiendo ser hijo
de este ...
4. D. Eximino de Foces,
que fue nombrado procurador general del reino de Valencia en 1258.
Debían ser grandes las riquezas y poderío en aquel tiempo de estos
Foces cuando en 1259, necesitando el rey D. Jaime I dinero para
la expedición a Tierra Santa, le prestó este D. Eximino 32 000 sueldos
jaqueses, teniendo por este motivo bajo su jurisdicción varias villas
aragonesas empeñadas por el rey en garantía de estaa deuda.
El Padre Ramón de Huesca nos habla de este Eximino
de Foces, diciéndonos que donó su castillo y villa de Foces a los
caballeros sanjuanistas con varios lugares, para hacer allí un convento
con la obligación de mantener en él un, comendador y trece
frailes presbíteros de dicha religió -uno de ellos con título
de prior-, y de vestir a trece pobres el día de San Miguel. El mismo
P. Huesca dice en el lugar citado que en 1259 D. Domingo de Sola,
obispo de Huesca, con asenso del Capítulo dio a la iglesia de Foces
que se acababa de editficar y a Fray Frando, gran comendador dcl
Hospital de Jerusalén en las partes cismontanas, y a Fray Juan de
Mallén, comendador del Hospital de Foces, las iglesias de Herto
y de la Yedra con todas sus décimas y primicias, incluso
el quarto episcopal y también el quarto que tenía
el obispo en Foces, reservando para sí ysus sucesores cinco cahices
de trigo, cinco de ordio y cinco de avena anuales yla institución
y corrección de los clérigos y vicarios que el comendador de Foces
pusiere en dichas iglesias. Dice que hace esta donación atento a
que el noble varón D. Eximino de Foces, por su gran devoción y piedad
para con el Hospital de Jerusalén, había hecho y hacía construir
una iglesia preciosa en honor del arcángel San Miguel, y que había
prometido poner en ella cierto número de capellanes para el servicio
y culto de Dios.
De lo anteriormente dicho se deduce que D. Eximino
de Foces hizo donación del castillo y villa de Foces a los caballeros
de la Orden de San Juan de Jerusalén, construyendo, además, un suntuoso
templo para panteón de su familia y suyo, cuyo templo aún se conserva
y del cual nos ocuparemos luego, trasladando los Foces su residencia
al castillo de la Albaida.
¿Cuál pudo ser la causa que moviera a D. Eximino a
dar el castillo y villa de Foces a los sanjuanistas y edificar tan
suntuoso templo?
No se nos oculta que la acción de aquel monarca, el
vencedor de veintinueve batallas contra los moros, el conquistador
de Zaragoza, Alfonso el Batallador, quien entusiasmado con la Orden
militar y hospitalaria de San Juan, a quien en vida le había concedido
vaños privilegios y en su muerte la dejó heredera de la tercera
parte de su reino, esta acción, repito, fuere seguida también
por muchos caballeros, quienes a cual más, procuraban hacer donaciones
a esta naciente Orden. Pero sin negar este entusiasmo en D. Eximino
de Foces, como en otros caballeros, sospechamos también que, así
como los restos de su antecesor descansaban en el templo de San
Juan de Jerusalén de Huesca, quiso que los suyos y los de sus descendientes
fueran guardados por caballeros de la misma ínclita Orden, levantando
aquel templo para panteón de familia, propio de a grandeza y poderío
de los Foces en aquel tiempo. A esto debió obedecer que no sólo
en el crucero, sino que también en los lienzos laterales del templo,
al hacer la obra se construyeran arcos que, aprovechando el grueso
del muro, sirvieran para guardar sepulcros; y no sólo el templo,
sino que también el claustro, como lo demuestra el trozo que de
él se conserva.
Esto viene a confirmarse con la inscripción que hay
sobre el panteón de D. Atho de Foces, hijo de D. Eximino, que fue
enterrado en el mismo templo que su padre, la cual inscripción dice
así:
: + : AÑO : DNI : M : CCC :
11 : DIE : LUN : XIII : KLS : OCTUBKIS : OBIIT : NOBIIAS : AT HO
: DE FOCIG : FILI : QUOADA : NOBILIS : EXI MINI : DE FOCIB, QIHAC
: ECCIA : EDIFICAVIT : QORU : ANIME :REQIESCAT : IN PACE.
Tampoco dudamos que los otros dos sepulcros que hay
frente a estos del fundador v de su hijo, pertenezcan también a
los descendientes inmediatos de éstos: corroborándonos más en esta
opinión el que los restantes huecos que hay en el templo estén vacíos
de sepulcros, pues desde el momento que desaparecieron los caballeros
sanjuanistas de este templo, no debieron los Foces de llevar sus
restos mortales a este lugar sagrado.
La tradición que se conserva aún en Ibieca y pueblos
comarcanos referente a este monumento de Foces dice que en el año
1309 y víspera de San Juan Bautista (23 de Junio) por la noche,
cuando estaban estos caballeros en el templo cantando maitines,
fue asaltado el convento y degollados todos; pues como era la fiesta
grande de ellos no podía faltar aquel día ninguno del convento.
No hemos encontrado esta noticia confirmada por ningún cronista
de Aragón, pero sí en el cuaderno de anotaciones que uno de la familia
de Borau, de Liesa, hacía para su uso particular. Según consta
en la página 66 del tomo IV de la revista Linajes de Aragón, se
cita esta matanza como cosa muy sabida, pues dice así: "Estas
santas Reliquias fueron de los templarios de Foces, y la ermita
(habla de la ermita de Nuestra Señora del Monte de Liesa) era hospicio
para ejercicios y hay casa y ermitaño para ministrar a los caballeros
lo necesario en sus ejercicios y como poco antes fue su degüello,
Dios las reservó a la Virgen del Monte, etc." Donde se ve,
confirma el hecho de la matanza sin detenerse a dar noticias de
cómo fue este horrible hecho.
Con la trágica desaparición de los san juanistas de
este convento de Foces, sus fincas pasaron a otras manos, y aquel
magnífico convento, al quedar desierto, viose herido de muerte por
la demolición, que no podemos precisar si fue rápida o violenta;
pero sí que en nuestros días pequeños vestigios de cimientos yalgunos
sillares labrados que sirven de cercas a las posesiones son lo único
que nos confirma que allí huboconvento. Consérvase tan solo el espacioso
templo, rica joya arquitectónica; testimonio mudo, pero elocuentísimo
del poderío de sus fundadores; templo que seguramente hubiera seguido
igual suerte a no ser por la piedad del próximo pueblo de Ibieca,
que tomó a su cargo el culto y cuidado de la Virgen llamada de Foces
y de su templo.
Por considerar este monumento como el mejor que se
conserva en Aragón, de la época de transición del románico al ojival,
nos vamos a detener en su descripción.
Ermita
de San Miguel de Foces (recientemente restaurada)
Ayuntamiento de Ibieca
- Teléfono/Fax: 974-26 02 90
- E-Mail: aytoibieca@terra.es
para información y visitas guiadas.
A Ibieca y sus gentes;
a todos aquellos que aportaron su esfuerzo para la restauración de San
Miguel de Foces
"In
Memoriam" de D. Benito Cardeñosa Lera, inagotable motor impulsor
de la promoción cultural y turística de Ibieca y su ermita de San Miguel
de Foces (Huesca).